Toca - Candela Epifanio
Marianela corrió. No le importó que se le ensuciaran las zapatillas al pisar los charcos, ni le importó la lluvia misma. Ella no quería llegar al hospital cuando sea demasiado tarde para decirle adiós a su papá.
Corré, siempre le había dicho él. Solían jugar a la toca cuando ninguno de los amigos de Marianela podía juntarse con ella. Corrían a ver los fuegos artificiales cada 25 de diciembre. Corrían a los brazos del otro cuando se veían por primera vez después de estar mucho tiempo alejados.
“Corré, Marianela”
Corré.
Cuando llegó al hospital, se le acercaron varios médicos, que pensaron que le había pasado algo. A duras penas pudo explicarles que el problema no era ella.
Llegó a la habitación. Se acercó a su papá, le pudo dar la mano.
“¿Te sirven las zapatillas que te compré?”
Su papá no parecía comprender la gravedad de la situación. O tal vez sí, pero la dejaba a un lado por Marianela.
“Me sirven, quedate tranquilo.”
“No te olvides de la prueba infalible”
Marianela se largó a llorar, y le tocó suavemente el brazo.
“Toca”
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